Martín Gómez nació en el partido bonaerense de Chascomús, en la estancia El Espartillar, en 1918. Fue el primer hijo del matrimonio constituido por Alejandro Gómez, entrerriano natural de Gualeguay, y Alberta Landa, porteña.
A él le siguieron quince hermanos y, como si esto no fuera suficiente, su madre crió a dos muchachas más.
Para el responsable de la familia, desenvolverse como puestero y enfrentar la responsabilidad de alimentar veinte bocas, en tiempos en los que no existía el salario familiar, no era tarea fácil.
Los hijos varones se las arreglaban cazando nutrias, peludos y mulitas, boleando avestruces cuya carne comían y cuya pluma negociaban.
Algunos se hicieron expertos en asar carne con cuero, otros domaban, alambraban, construían, techaban con paja las casa rurales, o hacían corrales, mangas, bretes, tranqueras...
Varios se especializaron en trabajar soga, primero para satisfacer sus propias necesidades; después, aceptaron encargos y en la actualidad, por lo menos tres de ellos se dedican casi con exclusividad a este menester.
Pese a la fama que lo envuelve por los numerosos premios que mereció, no se ha alterado su natural humildad.
Respetuoso y ocurrente, trata con igual soltura a un paisano poco ilustrado, a un funcionario público o a quien posee título universitario.
Viste un sombrero negro, que ostenta bastante uso, bombachas sujetas por una faja de igual color que, a su vez, sostiene una cuchilla con el cabo orientado hacia la izquierda, y botines patria...
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